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Esta abeja vive en la ladera de un volcán activo

La Anthophora squammulosa poliniza exlusivamente una planta

La llaman "la zona de muerte". A las afueras de la ciudad capital nicaragüense de Managua, el volcán Masaya exhala humo, chapotea y el magma burbujea cerca de la superficie. Nocivas nubes de humo y el lento enfriamiento de la lava acaban con cualquier rastro de vida. Pero cuando un equipo de científicos lo visitó vieron algo inesperado: vida. Una pequeña abeja, Anthophora squammulosa, revolotea por encima de los montones de cenizas en busca de néctar y tiene su madriguera en un montón de escombros volcánicos. El hallazgo, un choque en esta montaña que no perdona, hace que estos insectos sean los primeras de su género que se encuentran viviendo en la ceniza volcánica, un hogar raro para una abeja.

La búsqueda comenzó cuando la ecologista en polinización Hilary Erenler estaba investigando su pasión principal, las mariposas neotropicales. Erenler, una investigadora visitante en la Universidad de Northampton en el Reino Unido, ha estado viajando a Masaya desde 2008, sobre todo pagándolo de su propio bolsillo, para estudiar el comportamiento de coloridos polinizadores como la rara mariposa joya gigante (Behemothia godmanii). Pero desde el principio, se dio cuenta de las actividades de otro de los polinizadores: abejas.

Las abejas que vio anidaban casi exclusivamente en una parcela del Masaya. Allí, las temperaturas subían tan alto como 42°C, y una lluvia causada por los gases de dióxido de azufre caídos del ácido del volcán de vez en cuando regaba las partes altas de la montaña. Nada visible crecía. Se preguntó: ¿Por qué había abejas allí?

Erenler puso en marcha un estudio con investigadores y científicos ciudadanos de todo el mundo. En primer lugar, querían averiguar exactamente cuántas abejas estaban presentes - lo que no es una tarea sencilla. Ella y su equipo enfrentaron las sofocantes temperaturas y llevaron máscaras de gas durante la búsqueda de nidos. Visitaron el sitio cinco veces a lo largo de 3 años, y estimaron una población de 1.000 a 2.000 abejas. Pero años de observaciones los dejó con más preguntas, incluyendo el misterio de lo que estaban comiendo las abejas.

volcán Masaya, NicaraguaLa A. Squammulosa, como el 90% al 95% de las abejas, es solitaria. La hembras solteras cavan en la ladera del volcán nidos similares a celdas de cerca de 30 centímetros, donde ponen sus huevos. A continuación, recogen el polen y el néctar para almacenarlo en el nido durante el desarrollo de la larva para que coman después de su eclosión. Investigaciones anteriores han encontrado que las abejas Anthophora no eran muy exigentes con las plantas que polinizan. Pero cuando los investigadores tomaron en Masaya muestras del polen de 10 hembras, iban a encontrarse con otra sorpresa. El 99% del polen sólo pertenecía a una planta: Melanthera nivea, una resistente flor silvestre que puede sobrevivir a la lluvia ácida del volcán, como escriben este mes en The Pan-Pacific Entomologist. "No es un accidente", que las abejas estén en una asociación tan estrecha con ésta planta, dice Erenler.

Los investigadores creen que las abejas pueden prosperar en el infernal paisaje del volcán, porque no alberga depredadores y parásitos que puedan poner en peligro su supervivencia. También podría ser que, porque no hay plantas viviendo en "la zona de muerte", sus nidos no se rompen por las raíces subterráneas.

El descubrimiento "muestra que las abejas no son únicamente increíbles organismos, sino tal vez más adaptables de lo que suponemos", dice Laura Carolina Morales, ecologista de la polinización de abejas en National Scientific and Technical Research Council of Argentina (CONICET) en Buenos Aires. Otros melitologistas (investigadores de abejas) también están impresionados. Bryan Danforth, de la Universidad de Cornell dice que, en lo que las abejas son extremófilas, "ésta se lleva la palma".

mariposa joya gigante (Behemothia godmanii)Pero cuando se trata de la conservación, una abeja que vive sobre un volcán puede ser más un motivo de precaución que una señal esperanzadora de adaptabilidad. "¿Quiere decir que podemos posponer los esfuerzos de conservación de la abeja?", se pregunta Morales. "No, no en absoluto". La especie va desde el centro de México a Nicaragua, un hábitat amenazado por las actividades humanas, añade Enrenler. Y la población que vive en el volcán puede estar bajo una amenaza aún mayor: No sólo podría destruirla una erupción repentina, sino que debido a que están especializadas en un solo tipo de planta, si ella se extingue, las abejas se quedan sin nada.

Los pequeños polinizadores están viviendo la vida literal y metafóricamente en el filo. "Estoy esperando que en algún momento voy a volver y habrá menos abejas", dice Erenler. Es sólo una cuestión de lo que será el punto de inflexión.

Diario científico de referencia: Persistent nesting by Anthophora Latreille, 1803 (Hymenoptera: Apidae) bees in ash adjacent to an active volcano

Nota: el vídeo no está relacionado directamente con la noticia y se titula: "solitarias abejas minero, también conocidas como las abejas chimenea, Anthophora abrupta, construyendo nidos

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