Los padres de Charlie Gard dicen que el niño ha muerto

Tenía una enfermedad incurable llamada síndrome de depleción del ADN mitocondrial

Charlie Gard - un niño británico de 11 meses de edad terminalmente enfermo que se convirtió en el rostro de un debate mundial sobre los derechos de fin de vida - murió, según informes locales.

The Guardian informa que los padres de Charlie dijeron el viernes que su hijo había muerto, sólo un día después de que un juez aprobó un plan para que el niño fuera trasladado a un hospicio y desconectado de un ventilador.

Sus padres, Chris Gard y Connie Yates, lucharon durante meses en un atribulado caso judicial que pesaba sobre sus derechos de mantener vivo a su hijo contra el deseo de los médicos de dejarlo morir para salvarle del dolor y el sufrimiento.

La amarga batalla legal suscitó simpatía y apoyo del Papa Francisco y del Presidente Trump, con hospitales en Roma y Nueva York ofreciéndose para ayudar al niño. Llegó a un extremo agotador y emocional una vez que quedó claro que no era viable un tratamiento médico experimental que los padres de Charlie querían para su hijo.

Los padres de Charlie lo aceptaron esta semana. Gard dijo después de recientes pruebas de imagen: "Hemos decidido que ya no está en el mejor interés de Charlie seguir el tratamiento, y dejaremos que nuestro hijo vaya y esté con los ángeles. Si Charlie hubiera recibido el tratamiento antes, tendría el potencial de ser un niño normal y saludable", dijo Gard. "Tendremos que vivir de si eso nos perseguirá durante el resto de nuestras vidas".

Charlie nació en agosto de 2016 con el síndrome de depleción del ADN mitocondrial, una rara enfermedad genética que causa daño cerebral irreversible. Le quitó su capacidad de ver, oír, moverse o respirar por su cuenta. Semanas después de su nacimiento, el niño estaba luchando para levantar la cabeza o aumentar de peso. A los 2 meses de edad se quedó letárgico y su respiración se había vuelto superficial, según los registros judiciales.

Fue trasladado al hospital Great Ormond Street de Londres, donde permaneció hasta que un juez decidió el jueves que sería trasladado al hospital de cuidados paliativos y retirado de un ventilador. A principios de este año, los médicos del hospital concluyeron que no se podía hacer nada más por él.