Los árboles de Slope Point en Nueva Zelanda deben sus torturadas formas al viento
Los árboles han ofrecido durante mucho tiempo inspiración a los creadores macabro-importados de la ficción del horror. ¿Recuerdas ese monstruo del jardín de Poltergeist (en el vídeo de arriba)? ¿O qué tal el Árbol de los Muertos de Sleepy Hollow, donde el Jinete sin Cabeza escondía a sus víctimas (bueno, por lo menos unos pedazos de ellas). ¿Y quién puede olvidar esa escena de árboles de la película original de Evil Dead?
Por supuesto, estas son creaciones fantásticas de diseñadores y expertos en efectos visuales de películas. Si es auténtico lo que buscas, tendrás que afrontar los espantosos vientos de Slope Point en el extremo sur de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Allí, rodeados de ovejas pastandoo, encontrarás una colección de árboles retorcidos que parecen hechos a propósito para un clásico de Guillermo del Toro.
Los árboles deben sus torturadas formas al viento. Las corrientes de aire que viajan sin obstrucciones sobre el Océano Austral durante miles de kilómetros llegan a alcanzar Slope Point, sometiendo la diminuta área a azotes de vientos implacables durante gran parte del año. Como consecuencia de los incesantes golpes de las ráfagas del sur, los árboles de aquí se inclinan dramáticamente hacia el norte.
A las ovejas no les importa vivir en el decorado de una película de terror.
Desearíamos poder deciros que estos gigantes torcidos crecieron naturalmente, pero la verdad no es tan poética. Según la tradición local, los ganaderos plantaron arbolitos en la zona hace muchos años para ayudar a proteger a sus ovejas de los elementos. Los árboles crecieron a pesar del tiempo salvaje, pero el golpe constante del viento los contorsionó en las retorcidas formas que vemos hoy.
Aunque Slope Point todavía se utiliza para pastar ovejas, los seres humanos dejaron realmente de habitar la zona hace muchos años, y ni siquiera encontrarás una carretera que conduzca a la punta más austral. Todavía permanecen de pie algunas casas abandonadas, sin embargo, medio consumidas por los deformados árboles - recordatorios fantasmales que la naturaleza es dueña del espectáculo.