Lanzan con gran fuerza piedras contra troncos huecos de los árboles
Laura Kehoe pisoteaba torpemente a través de la densa maleza, intentando en vano que cada cinco minutos no quedase enredada en las espinas que amenazaban cada uno de sus movimientos. Era su primera misión sobre el terreno en las sabanas de la República de Guinea. El objetivo fue registrar y comprender un grupo de chimpancés salvajes que nunca se había estudiado antes. Estos chimpancés no tienen la suerte de disfrutar de las comodidades de un área protegida, sino que se labran su existencia en las zonas boscosas entre las granjas y pueblos.
El equipo que la acompañaba hizo una pausa en un claro de la selva. Laura dejo escapar un suspiro de alivio no viendo espinas que parecían estar al alcance, pero ¿por qué nos habían dejado?. Caminó hacia el frente del grupo para hablar con al jefe del pueblo y su legendario guía, Mamadou Bah Alioh. Le dijeron que habían encontrado algo interesante - algunas señales inocuas en un tronco de árbol. Algo que la mayoría de nosotros no se habría dado cuenta en el entorno complejo y desordenado de una sabana y que lo habría detenido en seco. Algunos del grupo de seis sugirió que habían hecho estas marcas los cerdos salvajes, mientras que se rascaban contra el tronco del árbol, otros sugirieron que eran adolescentes jugando un poco.
Pero Alioh tenía un presentimiento, y cuando un hombre que puede encontrar un solo pelo de chimpancé caído en el suelo del bosque y puede ver a los chimpancés a kilómetros de distancia a simple vista, mejor que puede cualquiera con caros binoculares, había que escuchar ese presentimiento. Así que colocaron una cámara trampa con la esperanza de que quien hacía estas marcas podría volver y hacerlas de nuevo, pero esta vez filmarían todo en la película.